
Por un lado, se observa una ligera necesidad de domesticar la calle, de hacer propio el lugar más próximo a la vivienda, de considerar la calle como una extensión más de la misma, apropiándose del espacio. Esta aparente necesidad no se hace palpable en los espacios libres localizados en los barrios, donde solo se observan lugares deshabitados y desolados.
La estrategia a plantear es un análisis más profundo del uso de los espacios libres, y de la necesidad de plantear zonas donde la interacción entre los habitantes se haga presente. Un modo en el que esos espacios sean también extensión de la propia vivienda y adquieran el carácter de los habitantes.
De esta manera podríamos plantear dos versiones de una estrategia de abordaje en base al análisis planteado: recuperación de lugares más vividos por los habitantes o, por el contrario, plantear nuevas zonas de reunión e interacción. La solución a las dos vías vendrá determinada por el planteamiento a los ciudadanos de diversas cuestiones tales como los lugares preferentes de reuniones, así como también la percepción del barrio, la sensación de seguridad y los cuidados que recibe. Porque, al fin y al cabo, la persona necesita el espacio y, al mismo tiempo, el espacio necesita a la persona.
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