
La falta de recursos de la población del barrio hace que los propios vecinos colonicen la calle. En este sentido parece que se cumple la función que todos queremos cuando proyectamos de que la gente viva la calle. Sin embargo, no se vive como cabría esperar, en los parques, la avenida, en los jardines. Estos se encuentran devastados, deshabitados, deforestados, sin cuidar. Se vive realmente en la calle, en la zona de tránsito, más próxima a la vivienda...
Este hecho me llama poderosamente la atención, ya que son capaces de colonizar y vivir la calle, adaptarla a sus necesidades, necesidades que a lo mejor no tienen en su vivienda. En este sentido el barrio es rico. Los habitantes son capaces de tener confianza entre unos y otros, dejando las puertas abiertas, invitando a entrar al que pasa, pregunta y trata amablemente. Por eso, creo que el análisis debe ir encaminado hacia como poder mejorar esta colonización, haciendo que sea en unos espacios realmente acondicionados para ello, e intentar acercarlo a su manera de vivir lo más posible. Quizá la solución no sea crear grandes espacios que deben aprender a colonizar, sino muchos pequeños espacios distribuidos a lo largo de todas las calles en los que tanto grande como pequeños lleven esta manera de vivir tan suya, tan abierta.
La verdadera necesidad del barrio no es vivir la calle, cosa que ya se lleva a cabo, sino darles la calle en la que vivir bien.
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