Estrategias.
Pensando en el desarrollo del barrio, cabe pensar que no sería suficiente con una intervención urbanística o arquitectónica puntual ya que las deficiencias en el habitar de los residentes en la zona se alimentan de una situación laboral y social deficiente.
Partiendo de esta premisa y teniendo claro que cualquier intervención de carácter urbano o arquitectónico será invertir en aspectos secundarios en lo referente a la calidad de vida de la gente del barrio, se pueden plantear varias estrategias que palien la situación de aislamiento del barrio y permitan que la vida del entorno urbano inmediato bañe toda la zona.
El derribo de las viviendas de autoconstrucción es una mala solución a corto plazo y que normalmente suele conllevar la recalificación de los terrenos y la ruptura de la unidad social del barrio; las constructoras y los arquitectos municipales afilan los cuchillos y se reparten los trozos de la res urbana. Los perjudicados en la recalificación, los antiguos vecinos, serán realojados en VPO en algún barrio lejano y con el que no tienen lazos de ningún tipo. El barrio es de los vecinos y por tanto ningún interés político o mercantil debe echarlos de sus casas.
Este tipo de situaciones de desalojo se ha dado a lo largo de la historia apelando al bien común pero siempre origina beneficios a los de siempre y perjuicios a quienes no los necesitan.
En algunos estados de EEUU existe una realidad urbana comparable: los impuestos a pagar se calculan en base la media del poder adquisitivo de los habitantes. De este modo, se originan situaciones de desalojo indirecto entre gente que no puede permitirse pagar las nuevas tasas. Cuando un barrio no produce lo suficiente y en él se acumulan desdichas, el estado y la sociedad tratan rápidamente de reciclarlo, pero de la forma más rápida y menos favorable para sus antiguos habitantes.

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